Leonel Concha, fallecido en febrero de 2005, “era un ser fuera de serie. Su vida fue una broma, no una bruma como suele ser la vida de los que vivimos en esta sociedad contaminada”. Así lo describió Pastor Vasquez en un artículo que publica en Hoy el 11 de febrero de 2005.

Leonel Concha nos hacia gozar con sus entregas de La Vida en Broma a El Nacional

Como periodista, escritor y especialista en el manejo del humor político, ese recordado Leonel, hace mucha falta en estos días previos a las elecciones de 2020, donde habrá de todo. En las elecciones municipales habrá nombres y apodos de todos los calibres y en las presidenciales sobresale un penco de mote fijado en la pila bautismal improvisada por su padre adoptivo, Don Nano Medina, confirmado por el cura Cadet y adoptado por el Dandi de Barahona como un legado para hacer su campaña política.

En cada periodo electoral, decía Leonel Concha en uno de sus trabajos periodísticos para La Vida en Broma, hay ingredientes nuevos.

En una de esas, se creó el término “gacetazo” para aludir la misteriosa aparición de ciertos párrafos en una Gaceta Oficial, después de que ya había entrado en circulación.

Destaca Leonel que en esas mismas elecciones, en orden cronológico, fueron surgiendo otros neologismos, tales como irrupción, vinchazo, madrugonazo, telefogate, pinochetazo, trastrueque, dislocación, recusación, impugnación, complementaria, juntazo, coca, capú, capucero y otros más.

En esta ocasión, estando en la conclusión de la quinta parte del primer siglo del tercer milenio, han llovido cosas nuevas como algoritmo, presunción, hacker, forense, escáner, gluglear, pero no dejan de haber palabras políticamente correctas, aunque vienen de épocas remotas, para definir las exageraciones de la naturaleza.

Son usadas para describir un penco de ñame, un penco de cangrejo, un penco de becerro, un penco de peje, un penco de caballo coma etcétera y punto.

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